El escenario tenía la dosis suficiente de solemnidad, una treintena de jefes de Estado escuchaban atentos y el féretro con el cuerpo de Hugo Chávez presidía la ceremonia. Nicolás Maduro aprovechó la ocasión para con un simple gesto enviar un mensaje a las filas del chavismo. En medio del discurso central del funeral, el devenido presidente encargado de Venezuela sacó una Constitución. El libro, de tapas azules y que cabía en la palma de una mano, llevaba escrito en su cara interior tres letras mayúsculas bien legibles: DCR.
Las letras, escritas en tinta negra, corresponden a las iniciales del presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello Rondón. El gesto, que pasó desapercibido para muchos venezolanos, se convirtió en el símbolo del pacto de no agresión que suscribieron los dos hombres fuertes del nuevo chavismo sin Chávez.
Tienen diferentes estilos y orígenes, pero los une un mismo objetivo: conservar el poder en la Venezuela pos Chávez.
Maduro y Cabello lideran dos grupos dentro del chavismo que libran una pulseada por ser los herederos de Chávez: el ala civil y la facción militar. Sin embargo, han decidido dejar a un lado sus diferencias para encolumnarse tras un mismo objetivo: conservar el poder y desmentir a quienes sostienen que no podrán mantenerse unidos tras la muerte de su líder político.
La cercanía de las elecciones del 14 de abril ha hecho que ambos pongan a un lado sus diferencias, pero las pugnas entre el ala civil y la facción militar podrían reactivarse ante la muerte del líder de la autoproclamada revolución bolivariana.
La tregua entre dos de los hombres que más cerca estuvieron de Chávez durante los 14 años que gobernó Venezuela es clave para las aspiraciones del chavismo de seguir en el poder tras las elecciones, aunque no son pocos los analistas que temen que ante el nuevo escenario se desate una pugna por la sucesión al interior del oficialismo que genere inestabilidad en el país.
“Dentro del proceso revolucionario existen tendencias, corrientes (…).Maduro y Cabello son la expresión de mayor cercanía al presidente Chávez, pero cada uno es una expresión particular del origen del chavismo. Los dos hombre de mayor confianza del líder de una revolución (están) obligados a convertirse en los actores que permitan mantener la conciliación entre los diversos factores que forman parte del chavismo”, escribió en su blog el influyente politólogo chavista Nicmer Evans.
Con buenos lazos con Cuba y un pasado como sindicalista, Maduro es un ex conductor del metro de Caracas y lidera el ala civil y de izquierda del chavismo. De 50 años, cuando era canciller se elogiaba su capacidad negociadora y su tono conciliador, pero al quedar a cargo del país tras la última recaída de Chávez, ha radicalizado su discurso e intenta imitar el estilo de su mentor. Convertido en el candidato oficialista para las próximas elecciones, aparece diariamente en los medios estatales lanzando duras críticas a la oposición.
En cambio, Cabello, de 49 años, es un ex compañero de armas de Chávez y es el rostro de la alianza que el ahora fallecido mandatario forjó con los militares. Los opositores lo llaman Al Capone, otros el Vladimiro Montesinos del chavismo. Ingeniero de profesión, es uno de los pocos chavistas que mantiene buenas relaciones con el empresariado, aunque esto le ha valido fuertes acusaciones de corrupción y ha dado paso al mito popular en Venezuela de que es dueño de medio país. Refiriéndose a él, Chávez alguna vez dijo: “Tiene los ojitos lindos”.
Meses antes de morir, Chávez se ocupó de zanjar cualquier disputa entre ellos al nombrar a Maduro como su sucesor, en un anuncio dramático en el que también estaba presente Cabello.
A un mes de unas elecciones clave para el futuro de Venezuela, los dos se muestran unidos, intercambian elogios públicamente y formulan duras críticas al que será el rival de Maduro, Henrique Capriles. “Capriles te metiste con Chávez y con el profundo amor que siente el pueblo por el comandante de la Patria, hiciste una declaración de guerra”, disparó Cabello poco después de que el líder opositor acusara al Gobierno de haber mentido con la enfermedad de Chávez.
Para ellos, la derecha es la responsable de esparcir los rumores sobre su supuesta mala relación. “Nosotros hemos construido una verdadera hermandad. Somos hermanos y hermanas en Chávez. Que lo sepa la burguesía y la oligarquía, aquí y en el mundo: nosotros estamos más unidos y así va a ser hoy, mañana y siempre”, lanzó Maduro.
En cada aparición pública, los dos no dejan pasar la oportunidad para negar un enfrentamiento y decir que Chávez los quería trabajando juntos. Una de las últimas ocasiones fue la asunción de Maduro como presidente encargado, cuando Cabello fue el responsable de tomarle juramento.
“Diputado Diosdado Cabello, compañero y hermano, juro a nombre de la memoria heroica de nuestros pueblos indígenas (…), juro a nombre de la lealtad más absoluta al comandante Hugo Chávez que cumpliremos, que haremos cumplir esta constitución bolivariana con la mano dura de un pueblo dispuesto a ser libre”, dijo Maduro. Conscientes de los simbolismos en una campaña electoral dominada por factores emocionales, ambos se fundieron en un abrazo en medio de aplausos de sus partidarios.